Delfín superó a Barcelona el domingo 25 de junio de 2017 en el estadio Monumental no solo con el resultado, sino también con el nivel futbolístico.
El análisis debe ir más allá de por qué estuvieron en la banca Damián Díaz y Jonathan Álvez. Delfín jugó un extraordinario partido y Barcelona, en tanto, ratificó la tendencia.
A continuación, intentaré sintetizar desde mi apreciación lo que ocurrió en la cancha del Monumental, el domingo anterior.
A Barcelona le cuesta sostener el ritmo. Los "Toreros" tuvieron -una vez más- veinte minutos de buen fútbol. El resto, todo fue de Delfín. ¿Cuál es la razón? El desgaste. Aunque muchos cuestionen este argumento, en efecto, se evidencia en Barcelona que sus futbolistas lucen incapaces de sostener el rendimiento, precisamente debido a la condición física. Delfín es un club con jugadores de mucha fortaleza física y en ese sentido, se hace más difícil aún poder ganar duelos individuales.
Ya costó sostener el ritmo contra Clan Juvenil, incluso cuando bajaron la guardia recibieron un gol. Contra El Nacional pasó lo mismo y ante Liga igual.
Durante esos veinte minutos de buen fútbol llegó el gol de Washington Vera y desperdició Barcelona otras dos ocasiones inmejorables de anotar.
De ahí en más, prácticamente terminó la primera parte del partido pidiendo tiempo porque Delfín los encimó.
Los de Sanguinetti mostraron un trabajo táctico importante. No estaba su referente en la zaga: Francisco Silva. Entonces, para ayudar a Henry Cangá en la cobertura de espacios cuando atacaba Barcelona, Luis Luna, el volante de marca, se retrasaba, prácticamente acuñándose entre Cangá y Chancellor.
Duffard y Sierra estuvieron impecables, pero su buen rendimiento obedeció en gran medida por la falta de presión alta de los barcelonistas.
Y es que no solo por tratar de sostener físicamente al equipo los noventa minutos se dio esa falta de presión alta, sino también porque Roberto Ordóñez estuvo imparable. A él tenían que marcarlo entre dos y tres jugadores. El más riguroso en la cobertura era Alejandro Castillo.
Al terminar el primer tiempo, le decía a Jorge Villacís, que estaba a mi izquierda, que Barcelona en el segundo tiempo tenía que lograr algo que no había podido hacer hace tres partidos (con el del domingo, cuatro): terminar con el arco invicto.
Incluso tuiteé un par de apreciaciones, una de ellas, retrasar a Wacho Vera para ayudar en la cobertura de espacios a Oyola y Castillo.
En el segundo tiempo Barcelona intentó nuevamente arrancar arrollador, pero el ímpetu no les duró ni cinco minutos. Wacho Vera intentó retrasarse para ayudar a Oyola, pero, un caderazo de "La Tuca" casi lo desbarata.
Y aunque Delfín atacaba con transiciones rápidas, básicamente apuntando a pases profundos hacia "La Tuca", el empate llegó de una forma algo más ortodoxa, con un error de Banguera. Pero en el trámite, hace rato merecían empatar los manabitas.
Después, Almada corrió los riesgos que habitualmente corre. Saca un volante de marca para meter un delantero, el domingo fue Álvez, y saca un defensa, esta vez el lateral derecho, Tito Valencia, para ingresar a Díaz.
Recién se habían ejecutado las variantes y otra transición rápida de Delfín termina explotando el hueco dejado por la salida de Tito. Llegó "La Tuca" y vacunó el 1-2, ante un Monumental atónito.
Un "error" de Barcelona fue caer en el juego que propuso Delfín, el de la fricción. Es fácil decirlo desde el cómodo escritorio, otra cosa es estar en la cancha, con 50 mil personas gritando.
Los ánimos se elevaron porque Roddy Zambrano, el árbitro, cortaba el juego de forma frecuente, otras intentaba dar celeridad. Aplicó diversos criterios para acciones parecidas, sumado al juego proponente de Luna, Duffard, Ordóñez, Sierra y hasta Garcés, de raspar mucho, boquillear, es decir, sacar del partido a los rivales, pues lo lograron.
Barcelona se desgastó en los reclamos, en las faltas, desencajándose y saliéndose del cotejo. Eso hizo ver mucho más fuerte y casi impenetrable a Delfín.
Lecciones válidas de un equipo chico a un club grande que ahora tiene seis meses dificilísimos por intentar llegar a la final.
Les recuerdo que en la segunda etapa, Barcelona y Emelec estarán, otra vez, entretenidos en Copa Libertadores. Liga en Copa Sudamericana al igual que Fuerza Amarilla y Universidad Católica; mientras Independiente del Valle y Delfín no tienen ninguna distracción. Incluso, si sostienen el ritmo, pueda que no haya ni siquiera la necesidad de jugar una final.
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